
13 de noviembre de 2025


Los problemas de salud mental son comunes en la vida humana. A nivel mundial, aproximadamente una de cada tres personas experimenta algún trastorno de salud mental en algún momento de su vida, y para los 75 años, esa cifra asciende a aproximadamente una de cada dos.McGrath y otros, 202300193-1)). Sin embargo, las investigaciones informan sistemáticamente que las personas LGBTQ+ tienen un riesgo elevado de padecer trastornos mentales (Plöderl y Tremblay, 2015), con un metaanálisis reciente de datos transnacionales (Gmelin y otros, 2022) se encontró que las personas LGB tienen entre dos y tres veces más probabilidades de sufrir un trastorno de salud mental, y las personas transgénero parecen sufrir una probabilidad aún mayor (Nowaskie y otros, 2013; Su y otros, 2016).
Por ejemplo, la depresión mayor afecta a alrededor del 10% de la población general a lo largo de la vida, aproximadamente el 7% de los hombres y el 14% de las mujeres.McGrath y otros, 202300193-1)). Por el contrario, un metanálisis global encontró una prevalencia de por vida de 32% entre las personas LGBTQ+ (Cai y otros, 2024). En el caso de España, las cifras disponibles son algo diferentes, lo que dificulta las comparaciones directas. Informe de Salud Mental de España 2023 de la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña (CSME y FMM, 2023) también indica una mayor prevalencia de problemas de salud mental en las personas LGBTQ+, pero dado que se basa en evaluaciones subjetivas en lugar de medidas diagnósticas, reporta cifras generales considerablemente altas; afirma que alrededor del 55% de las personas LGBTQ+ y el 42% de la población general padecen depresión. Mientras tanto, la Encuesta Nacional de Salud de España de 2023 (Instituto Nacional de Estadística, 2025) sugiere que aproximadamente el 15% de todas las personas de 15 años o más experimentan algún tipo de síntomas depresivos activos, y casi el 8% cumple los criterios de depresión mayor, lo que coincide con los análisis globales. Por lo tanto, es razonable suponer que las evaluaciones subjetivas probablemente inflan las estimaciones de prevalencia.
Las estadísticas sobre ideación suicida y riesgo de suicidio (CSME y FMM, 2023), que son más comparables también cuando se basan en una evaluación subjetiva, sí proporcionan bases más claras para la comparación: mientras que el 14,5% de la población general en España declara haber pensado o intentado suicidarse, esta cifra asciende al 32,1% para las personas LGBTQ+ (CSME y FMM, 2023). Por lo tanto, aunque las comparaciones directas son limitadas, la evidencia disponible sugiere que la situación en España refleja patrones globales.
Sin embargo, la razón de esta mayor prevalencia no es la homosexualidad en sí: la diversidad sexual y de género son variaciones humanas normales y no afectan el funcionamiento psicológico ni el bienestar.Asociación Médica Mundial, 2023; 2025). El modelo de estrés de las minorías (HSH) (Meyer, 1995; 2003) nos ayuda a comprender por qué pueden existir estas disparidades. Numerosas investigaciones en el campo de la salud física y mental han demostrado que el estrés excesivo, en general, tiene efectos negativos en la salud, tanto a través de procesos biológicos como psicológicos (véase la reseña). O'Connor y otros, 2021).
Los MSM distinguen el estrés adicional que enfrentan las personas LGBTQ+ como resultado de su pertenencia a una minoría: el estigma, la discriminación y los prejuicios crean un entorno social estresante y, a veces, incluso hostil, que, además del estrés típico que experimenta cualquier persona, inevitablemente afecta su salud mental. Estos factores estresantes propios de las minorías pueden ser condiciones o eventos tanto externos como internos. Más concretamente, para las personas LGBTQ+, los factores estresantes propios de las minorías incluyen la discriminación y la violencia (factores estresantes externos), las expectativas de rechazo y discriminación, la ocultación de la identidad y el estigma sexual internalizado (factores estresantes internos).Meyer, 1995; 2003)
Si bien algunos aspectos de la gestión de la propia identidad queer (por ejemplo, salir del armario o tomar decisiones relacionadas con la transición) pueden ser desafiantes para la salud mental, estas dificultades surgen en gran medida del estigma y las barreras sociales, más que de la identidad queer en sí. El estrés por minorías no significa que ser LGBTQ+ sea inherentemente difícil, sino que el estigma, los prejuicios y la discriminación generan factores estresantes adicionales. Estos factores estresantes, ya sean microagresiones diarias, discriminación sistémica o la internalización de creencias negativas, se acumulan con el tiempo, y esta capa adicional de tensión psicológica puede conducir a tasas más altas de problemas de salud mental, como ansiedad y depresión. Esta asociación positiva entre los factores estresantes de las minorías y los resultados negativos para la salud mental ha sido demostrada consistentemente por la investigación (por ejemplo,. Dürrbaum y Sattler, 2020; Eaton, 2014; Sattler y otros, 2017).
A pesar de los importantes avances en los derechos LGBTQ+ en las últimas décadas, el estrés de las minorías sigue siendo relevante hoy en día. A nivel mundial, 64 países siguen teniendo leyes que penalizan la homosexualidad, algunas incluso con la pena de muerte, y actualmente solo 38 países garantizan la igualdad de derechos matrimoniales para las parejas del mismo sexo. En la III Encuesta LGBTIQ de la UE, realizada por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (Francia, 2024), más de 1 de cada 3 encuestados (36%) declaró haberse sentido discriminado en el empleo, la atención médica, la educación, la vivienda u otros ámbitos de la vida. Los resultados de la misma encuesta sitúan a España en la media de la UE, con 37% de encuestados que declararon discriminación. Además, en Barcelona, concretamente, la LGTBIQ+fobia se encuentra entre los motivos de discriminación más comunes, representando 20% de todos los incidentes de discriminación denunciados.Ayuntamiento de Barcelona, 2024).
También existen diferencias en la discriminación dentro de la comunidad LGBTQ+, ya que las personas con identidades transgénero (cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer) enfrentan una discriminación aún más severa en comparación con las personas LGB cisgénero (cuya identidad de género se alinea con el sexo asignado al nacer). Por ejemplo, el porcentaje de personas que denuncian discriminación en los países de la UE asciende al 58% para las mujeres trans y al 65% para los hombres trans.Francia, 2024). Las personas trans denuncian más discriminación y violencia en toda Europa, independientemente de la clasificación de los países en materia de derechos LGBTQ+ (Evje y otros, 2024).
Especialmente con el reciente aumento de las oleadas de discurso transfóbico, es importante señalar que las actitudes negativas hacia las personas trans generan temor no solo a la discriminación, sino también a la violencia directa. Por ejemplo, el 63% de las personas trans en España han evitado, al menos en cierta medida, expresar su género a través de su apariencia física y vestimenta por temor a ser agredidas, amenazadas o acosadas.Francia, 2024). Por lo tanto, no es sorprendente que algunos estudios encuentren que las personas transgénero tienen entre dos y casi cuatro veces más probabilidades que las personas LGB cisgénero de reportar depresión y pensamientos suicidas (Nowaskie y otros, 2013; Su y otros, 2016).
Si bien la carga del estrés de las minorías no debe verse como algo que se solucione simplemente con más atención de salud mental, no debe subestimarse el papel de los servicios de salud de calidad. Dado que la desigualdad sistémica es la causa de estas disparidades, la inclusión sistémica puede ser una forma de ayudar a abordarlas. Una reciente revisión norteamericana (Rees y otros, 2020) identificaron que las experiencias de las personas LGBTQ+ en los servicios de atención de salud mental lamentablemente refuerzan el estigma y que los profesionales que los atienden a menudo carecen de conocimiento sobre las necesidades de las personas LGBTQ+.
Los resultados también señalaron la necesidad de una atención de salud mental que promueva la equidad, la inclusión y el respeto por la diversidad. Asimismo, la investigación europea (Baiocco y otros, 2022; Zeeman y otros*.*, 2019) exige no solo un cambio estructural, sino también el desarrollo de una formación LGBTQ+ culturalmente competente y compasiva para los profesionales de la salud y la asistencia social, con el fin de equipar mejor los servicios de salud para que se adapten a las necesidades de las personas LGBTQ+. Dado que ciertas poblaciones enfrentan una elevada carga de salud mental, es esencial garantizar que los servicios de salud y apoyo sean verdaderamente inclusivos y accesibles.
Las estadísticas recientes nos recuerdan que la discriminación sigue generando una tensión psicológica significativa y, por lo tanto, influye en los resultados de salud mental, siendo las personas LGBTQ+ las que presentan un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales. Reconocer estas disparidades en la salud mental y el papel del estrés de las minorías es fundamental para que los profesionales de la salud mental y los responsables políticos diseñen programas eficaces de prevención e intervención. Un mayor conocimiento y comprensión entre la población general también es importante para combatir el estigma y promover la inclusión, la diversidad y la equidad: el cambio no solo se produce lentamente a un nivel sistémico más amplio, sino también en las interacciones cotidianas.
Fotos de Nolwen Cifuentes, Crystal Sing y Viktor Makhnov.


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